Ser hijo de María




La madre es la lágrima que llora todas nuestras penas,
la sonrisa que alegra todas nuestras dichas,
el perdón que se nos ofrece para nuestras culpas,
la mano siempre tendida para ayudarnos,
el corazón siempre latiendo por nosotros,
amándonos como sólo una madre puede y sabe amar,
la oración elevada a los cielos por nuestras necesidades,
el pensamiento que siempre nos tiene presentes.

Eso es una madre y esa es María
y todo eso hace María con nosotros.

Cuando uno toma conciencia de que es hijo de María,
la vida se transforma.

María, te pedimos que en cada uno de nuestros hogares
permanezca encendido “el fuego” de la familia de Nazaret.



* P. Alfonso Milagro