Dichoso el hombre que ha aprendido a mirar al cielo




La vida de la Santísima Virgen
estuvo llena de sobresaltos, temores, ocultaciones
y éxodos ante los peligros que amenazaban la existencia de su Hijo;
todo eso resonó profundamente en su Corazón.

En esas horas de angustia,
¿dónde puso ella su Corazón?

En Dios,
que era claridad en las sombras,
consuelo en sus dolores,
dirección en sus dudas
y descanso en su inquietud.

Dichoso el cristiano que ha aprendido a mirar al cielo.

Virgen mansa de corazón,
que todas las inquietudes de la vida no logren hacerme perder la paz.









* P. Alfonso Milagro


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