La oración confiada



Fíjate en la vida de la Virgen María;
ella nunca se quejó de que su divino Hijo
hubiera tenido que nacer en una cueva
y ser acostado en un pesebre,
ni de que ella tuviera que vivir
como una de las más pobres mujeres de Israel.

No se quejó por ver a su Hijo Jesús
perseguido por las autoridades
y aun condenado a muerte
y crucificado para salvar a los hombres.

María aceptó plenamente el plan de Dios,
aunque para ella fuera dolorosísimo y humillante.
Aceptemos nosotros en todo la voluntad de Dios.

Madre y Señora nuestra, enséñanos a rezar de corazón:
“hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.

* P. Alfonso Milagro


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La oración confiada
La experiencia y la Palabra de Dios
nos aseguran que vivimos en medio de influencias
tanto negativas como positivas.

Existe el instigador al mal,
existen los que se dejan poseer por el odio y la perversidad.

Y estas malas ondas vibran a nuestro alrededor
y nos quieren envolver en sus redes.
Pero hay una fuerza poderosa que te protege:
la oración humilde y confiada a Dios.

¡Señor!
¡Colma de esperanza mi corazón y de dulzura mis labios!
Pon en mis ojos la luz que acaricia y purifica,
en mis manos el gesto que perdona.

Dame valor para la lucha,
compasión para las injurias,
misericordia para la ingratitud y la injusticia.

Líbrame de la envidia y de la ambición mezquina,
del odio y de la venganza.

Y que, al volver hoy
nuevamente al calor de mi hogar,
pueda en lo más íntimo de mi ser,
sentirte a ti presente.

Amén.



Orar por cualquier necesidad
—grande o pequeña, espiritual o material—
te ofrece la ocasión de verificar la proximidad de Dios.

Él quiere librarte de tus angustias y afanes
y se pone a tu alcance para acudir en tu auxilio.

De este modo entrarás en una relación afectuosa,
verdadera y concreta con Dios.


* Enviado por el P. Natalio