María la "mujer" del Apocalipsis-Conclusión


CONCLUSIÓN.
Después de considerar como ya cumplida la redención, el autor del Apocalipsis proyecta sobre Gén 3,15 toda la luz del NT. La descendencia de Eva, a la que se le prometió la victoria sobre la serpiente, llega a identificarse para él con el pueblo de Dios, representado en la imagen de la mujer de Ap 12. Y este pueblo sale victorioso sobre la antigua serpiente (Satanás) a través de la obra del Cristo mesías. Hasta aquí llega el sentido literal-directo del gran signo, es decir, del importante mensaje que allí se encierra. Indirectamente, como si se tratara de un reflejo, en la mujer está incluida también María. Efectivamente, los demás escritos del NT revelan que, por disposición divina, con Cristo estuvo estrechamente asociada su madre. En otras palabras, la descendencia de la mujer-Eva (Gén 3,15) logra triunfar sobre la serpiente mediante la mujer-pueblo de Dios (Ap 12); pero a este pueblo es preciso incorporar, de manera eminente, a Jesucristo y a su madre.

Con esta lectura retrospectiva del AT, el Génesis y el Apocalipsis se vinculan idealmente entre sí como el primero y el último eslabón de una misma cadena, es decir, la cadena de los libros sagrados, en los que el Espíritu Santo dice a la iglesia todo lo que Dios ha hecho por nosotros los hombres y por nuestra salvación.

2. MARIOLOGIA-BIBLICA BI/MARIOLOGIA:
Más que extendernos en un balance donde resumir los análisis expuestos hasta ahora, es preferible (en estos momentos) volver sobre una cuestión de método. Se refiere a la hermenéutica bíblica en general; por consiguiente, encuentra también su terreno de aplicación en el ámbito de los pasajes marianos de la biblia.

BI/INTERPRETACION:
La Escritura es un solo libro, afirmaban con energía los santos padres, plenamente convencidos de ello. Por consiguiente, un tema, una afirmación singular, un solo versículo, no despliegan toda su riqueza hasta que no llegan a armonizarse con todo el conjunto de los libros sagrados. "Toda la Escritura —argumentaba san Buenaventura (+ 1274) podría compararse con una citara: la cuerda inferior, por sí sola, no produce ninguna armonía pero con las demás si que consigue producirla. Pues bien, lo mismo ocurre con la Escritura: un trozo depende de otro, más aún, un pasaje dice relación a otros mil" (In Hexaemeron, coll. 19,7).

Este mismo criterio tiene que aplicarse también a la mariología bíblica, aliada segura del culto mariano. Si nos fijamos en la cantidad, son relativamente escasos los pasajes que en ella nos hablan de María. Pero lo poco en cantidad cede notablemente a lo mucho en calidad. Ciertas frases aparentemente descarnadas y secas, unos cuantos versículos o incisos que cualquiera podría juzgar como totalmente marginales a primera vista, afectan sin embargo a muchas tradiciones. Hunden sus raíces en el AT; por consiguiente, pasan a través del área del judaísmo que se llama intertestamentario, asumiendo no pocas veces sentidos parcialmente nuevos; y desembocan finalmente en el NT según ciertos aspectos propios de la perspectiva teológica de cada uno de sus autores. 

Por este camino se llega a una gozosa constatación. Las perícopas marianas, con las respectivas unidades que las componen, se presentan como piezas de un mosaico mucho más amplio. Ya desde el AT la figura y la misión de María se presentan como envueltas en la penumbra de los oráculos proféticos y de las instituciones de Israel. En los umbrales del NT se levanta sobre el horizonte de la historia de la salvación como síntesis ideal del antiguo pueblo de Dios y como madre del Cristo mesías. Y luego, a medida que Cristo, "sol de justicia" (cf Mal 3,20), va avanzando por el firmamento de la alianza nueva, María sigue su trayectoria como sierva y discípula de su Señor, en un crescendo de fe. En el punto más alto de su culminación, que es el misterio pascual Cristo hace de su madre la madre de todos sus discípulos de todos los tiempos. De aquella hora la iglesia aprende que María pertenece a los valores constitutivos de su propio Credo.

Escribe muy bien el conocido exegeta francés A. Feuillet: "Todo el que desee profundizar en la doctrina mariana desde el punto de vista bíblico no podrá hacerlo más que a través de una exploración más extensa de toda la historia de la salvación. Y viceversa, todo el que desee comprender más a fondo la historia de la salvación se encontrará necesariamente con la madre del Redentor unida con vínculos indisolubles al centro mismo de la historia salvífica'.

CR/MARIANO:
¡Exactamente eso es lo que ocurre! En el cristianismo María no es el centro, pero es central. Por eso afirmaba Pablo Vl con una frase singularmente feliz: "Si queremos ser cristianos, tenemos que ser marianos, es decir, tenemos que reconocer la relación esencial, vital, providencial, que une a María con Jesús, y que nos abre a nosotros el camino que conduce hacia él" .

(·SERRA-A. _DICC-DE-MARIOLOGIA. Págs.368-379)